La
política energética de la mayoría de
los países se basa en disponer de varias fuentes de
energía para evitar la dependencia de un suministro.
La energía nuclear tiene la ventaja de no estar sujeta
a las condiciones climáticas cambiantes, fluctuaciones
impredecibles de costes o dependencia de suministros extranjeros.
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En el Libro Verde de la Comisión Europea, titulado
"Hacia una estrategia europea de seguridad del abastecimiento
energético", se indica que la Unión Europea
debería intentar solucionar el problema de la dependencia
energética con una estrategia de seguridad del abastecimiento
energético destinada a reducir los riesgos de esta
dependencia externa.
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La dependencia energética externa de la Unión
Europea registra un aumento constante. La Unión
cubre sus necesidades energéticas en un 50% con productos
importados y, si no se hace nada, de aquí a 20 ó
30 años ese porcentaje será del 70%. Esa dependencia
externa acarrea riesgos económicos, sociales, ecológicos
y físicos para la Unión Europea. Las importaciones
energéticas representan el 6% de las importaciones
totales y, desde el punto de vista geopolítico, el
45% de las importaciones de petróleo proceden de Oriente
Medio y el 40% de las importaciones de gas natural de Rusia.
En
el caso de España, la dependencia es aún mayor.
El grado de autoabastecimiento de energía primaria
en 2003 fue del 22,1%, lo que supone que en España
el 77,9% de la energía primaria consumida es importada
del exterior.
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