Por otro lado, los efluentes en forma
líquida se realizan de manera controlada a través
del canal de descarga.
La incidencia de estos vertidos sobre
el medio ambiente es apenas perceptible y, de hecho, ciudades
españolas tan distantes y diferentes entre sí
como Huelva, Sevilla, Santander, Badajoz, San Sebastián
o Murcia, por poner algún ejemplo, soportan dosis de
radiación natural superiores a las tasas de la zona
más próxima a la central de Garoña.
En el año 2021, la dosis debida a los efluentes de la central ha sido
0.00000252 mSv/año.
Para
controlar esta incidencia se aplica una normativa internacional muy
exigente que determina los límites y controla de forma rigurosa la
emisión de efluentes líquidos y gaseosos de cada instalación nuclear.